10.03.2011 - Ben Johnson, Diego Maradona, Carlos Bilardo, Joan Laporta, Sergio Cragnotti, Luciano Gautti, Gianni Agnelli, Franco Soldati, Riccardo Garrone y Julio Grondona aparecen como los más renombrados partícipes de la aventura futbolística de Al-Saadi Khadafy, el tercer hijo de Muammar Khadafy, líder de Libia.
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Hoy en los portales del mundo, Muammar Khadafy, demonizado por la prensa estadounidense, responde a los rumores de que había abandonado el país posando ante las cámaras ante un edificio que todo libio reconocería, su antigua casa en Trípoli, la misma que los estadunidenses bombardearon en 1986 (Ronald Reagan) matando a su hija.Era el 1 de septiembre de 1969 y el joven capitán del ejército sentado al micrófono para anunciar el golpe era Muammar Khadafi —entonces de sólo 27 años y ferviente admirador de la revolución naserista en el vecino Egipto – que llegaba a restablecer la estima musulmana corriendo a la mediocre monarquía pro-occidental que gobernaba desde la independencia libia en 1951.
Ese mismo año (1969) en el que ascendió al poder, escribió en su dogmático Libro Verde: "Los aficionados al fútbol y a los deportes son completamente idiotas, hasta el punto de que llevan a los campos de juego todas sus frustraciones e incapacidades. Son gente fracasada, desperdiciada".
Y tiempo después, uno de sus hijos, All-Saadi le puso voz a su sueño personal: “Quiero ser como Ronaldo”.
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All-Saadi Khadafi (Trípoli, Libia, 28 de mayo de 1973), tercer hijo del dirigente libio Muamar Khadafi, actualmente tiene el rango de teniente coronel en las Fuerzas Armadas de Libia y ya puso el dinero para producir su película (made in Hollywood) que probablemente se estrene durante 2012.
El misterioso azar numérico hizo que All-Saadi se iniciara en el fútbol profesional a la misma edad en que su padre, como Capitán del ejército, tomaba el poder en Libia: 27. Y la paradoja generacional trajo que la primera muestra franca de disidencia en la capital libia se diera en un partido de fútbol organizado por el hijo soñador.
El 14 de julio de 1996, durante un partido en Trípoli organizado por All-Saadi, se suscitó un hecho de violencia que desembocó en sangrientos disturbios.
Hacia el final del partido, el equipo propiedad de All-Saadi anotó un gol muy dudoso y el árbitro, lo dio por válido. Se desató invasión de campo y cánticos en contra del régimen, a lo que la guardia de All-Saadi respondió con balas (50 muertos). Khadafi suspendió el torneo por 40 días.
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La carrera futbolística de All-Saadi comenzó en el Al Ahly Tripolli, de Libia cuando tenía 27 años. Allí jugó 74 partidos y marcó tres goles.
En ese tiempo, la ciudad de Benghazi —desde hace mucho considerada un centro de oposición al régimen— sufrió una serie de derrotas humillantes en el campo de juego.
En un partido (verano de 2000), Benghazi ganaba 1-0 en el primer tiempo, pero en el segundo el árbitro le dio dos penales y un gol en off-side a Trípoli. Los jugadores de Benghazi se retiraron en protesta, pero los guardias de All-Saadi les ordenaron que regresaran para terminar el partido 3-1 para Trípoli.
Poco después, Benghazi jugó contra al-Baydah (la ciudad natal de la madre de Saadi). Después de otro penal sospechoso, los fans de Benghazi invadieron la cancha y abandonaron el juego. Al salir, los fans incendiaron la sede local de la Federación Libia de Futbol (por supuesto, dirigida por Saadi) y las autoridades tomaron represalia disolviendo el club de Benghazi y demoliendo sus instalaciones.
La carrera de All-Saadi siguió en el Al Ittihad (70 partidos), donde fue presidente y capitán del equipo además de ocupar los cargos de vicepresidente de la Federación de Fútbol, presidente del Comité Olímpico y capitán de la selección nacional.
"Normalmente, juega siempre los 90 minutos. Sólo se le cambia cuando él quiere", decía Giseppe Dossena, entonces entrenador.
Entonces se le ocurrió jugar en el Camp Nou y contrató un amistoso con Joan Laporta por 300.000 euros. El partido terminó (sólo) 5-0.
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Luego de ser premiado como mejor jugador de la Liga de Libia (2000), se casó en 2001 y su invitado de honor a Trípoli fue Diego Maradona, previamente contratado como asesor deportivo (“que me enseñe algunos trucos”).
Contrató a Ben Johnson como personal trainer y, en calidad de Presidente de la Federación Libia de Fútbol, a Carlos Salvador Bilardo como entrenador de Libia.
El Doctor aceptó con la condición de que se le permitiera viajar por África, continente que conocía poco y nada. Así, el Doctor recibía prestado el avión privado de All-Saadi y su asidua compañía cual guía turístico: “Me acompañaba todo el día –relató Bilardo– porque era el presidente de la Federación y uno de los jugadores de la selección. Nunca me dijo que tenía que jugar, a pesar de que era una de esas personas que tienen la mirada firme. Era un gran muchacho.”
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A través de la financiera de su padre, empresa estatal –Libyan Arab Foreign Investment Company (Lafico)– All-Saadi compró el 7,5 % de las acciones de la Juventus apenas la Sra. Empezó a cotizar en bolsa (2002) aprovechando la necesidad económica de Gianni Agnelli, propietario del equipo y de la FIAT. "Nos interesa el club porque queremos potenciar la realidad de nuestro fútbol y porque abre el camino a muchos jóvenes de mi país", decía el hijo del Capitán, quien por esa negociación pudo cumplir el anhelo de entrenarse con el primer equipo.
No fue casualidad que la final de la Supercopa de Italia de 2002 se disputara el 25 de agosto en Trípoli entre Juventus y Parma.
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Presidente de la Candidatura Libia para el Mundial Sudáfrica 2010, manejó un presupuesto superior a los u$s 9 millones para presentar su material (2002), mientras firmaba un acuerdo con la Lazio (€ 600.000) para jugar un partido en la capital Libia. Sergio Cragnotti, entonces presidente del club italiano, investigado y detenido por fraude, falsificación y bancarrota agravada y reiterada después de la quiebra en 2002 del grupo Cirio, firmó gustoso.
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Un millón de dólares le costó a All-Saadi que la selección argentina de Marcelo Bielsa llegara a jugar a Trípodi (mayo 2003).
"No es de los partidos más competitivos, pero lo afrontaremos con el máximo deseo, como siempre", decía Bielsa, que hubiera querido un rival de mayor entidad. El "poderoso caballero Sir Dinero" traía aire y aviones mientras el Loco estudiaba el recambio final con miras a Alemania 2006 y ya afirmaba que “Es muy difícil que Aimar y Riquelme jueguen juntos ante Libia”. El partido terminó 3-1.
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Pero si bien los negocios y los gustos andaban sobre inmejorables carriles, All-Saadi no descuidó el asunto de sus sueños, jugar en el mejor fútbol del mundo.
En 2003 consiguió fichar para Perugia Calcio (Serie A). Su presentación se hizo con bombos, platillos e hinchas aplaudidores en un castillo del siglo XIII.
All-Saddi, mediocampista ofensivo, iba a los entrenamientos en un Mercedes blindado o en un Lamborghini Diablo traído de Libia, alquiló 13 habitaciones en el mejor hotel de la ciudad e hizo estacionar su helicóptero privado cerca de las instalaciones del club.
Fue recibido con los brazos abiertos por el presidente del club, Luciano Gaucci -dueño también del Catania y de una importante cuadra de caballos de trote - ya se caracterizaba por incorporar a su plantilla a jugadores de países futbolísticamente exóticos como Japón (Nakata), Irán (Alí Samereh), China (Yu Ming Ma) o Corea del Sur (Hwan Jung Ahn). Sin embargo, en junio de 2002 su nombre apareció en todos los diarios del mundo cuando anunció que echaría del Perugia a Ahn después de haber marcado el gol que valió el triunfo a Corea del Sur sobre Italia (eliminada) en el pasado Mundial.
Gaucci fue investigado junto con sus hijos Ricardo y Alexander de conspiración a la insolvencia o quiebra y en 2005 se refugió en la República Dominicana esperando la pena de tres años por fraude de quiebra y delitos fiscales.
Pero en Perugia, All-Saadi quebró un récord: sin haber jugado un minuto fue doping positivo y suspendido tres meses de la actividad futbolística.
Era la segunda vez que el hijo del presidente libio era convocado por su entrenador, Serse Cosmi, para un partido oficial. La anterior se produjo cuatro días antes -fue en el Cesena-Perugia, de la Copa de Italia- y también estuvo todo el partido en el banco… y le tocó el antidoping…
El control le fue realizado el 5 de octubre 2003, tras el encuentro que su equipo disputó ante el Reggina y en el que All-Saadi nunca se levantó del banco de suplentes.
El positivo de Khadafi obligó la intervención del fiscal del Tribunal de Turín, Raffaelle Guariniello, que pidió le sea entregado el expediente del jugador en el marco de las investigaciones que el procurador inició hace un cierto tiempo sobre las conexiones entre el fútbol y la medicina.
Este fue el tercer positivo por nandrolona que se produce en la Liga italiana en los dos meses y seis días que se llevaban de competición, después de los positivos de Manuel Blasi, del Parma, y Mohamed Kallon, jugador de Sierra Leona que milita en el Inter de Milán.
Luego de 39 encuentros en el banco, All-Saadi disputó 15 minutos casualmente contra la Juventus, equipo del que posee 7,5% de las acciones, y se marchó al Udinese de Franco Soldati.
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En Udinese llegó a jugar 10 minutos del último partido de Liga y se marchó a la Sampdoria de Riccardo Garrone.
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En la Sampdoria nunca pudo jugar. Terminó aceptando su retiro en la temporada 2006/2007 a los jóvenes 33 años.
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