El triangular.

La suspicacia y los reveses de los felpudos no son propiedad argentina pero estas pampas son tierra fértil y más aun en la pobreza que suele empañar cualquier atisbo de sutileza y elegancia a la vez que, con las manos ocupadas de cabos sueltos y los oídos llenos de ambiguedades, se alimentan las nunca bien ponderadas teorías conspirativas.

En el mundo azulgrana se preguntan, acaso retóricamente, por qué en la tapa de Clarín se duplica el tamaño de la imagen de Boca respecto de las de sus rivales de triangular, por qué Fútbol de Primera minimizó la cobertura del partido de San Lorenzo en La Paternal en comparación a las otras dos finales simultáneas, por qué había un ejecutivo de la TV en el sorteo de la Afa, por qué no se transmitió el sorteo, por qué se eligió un triangular de fechas prestablecidas en vez de conjugar la organización con los resultados y por qué Boca descansa una semana para jugar donde quiere.

Inundada en un ineficaz lago de lágrimas, la gente de San Lorenzo enumera las posibles situaciones de triangular contaminado según se vayan dando los resultados y las subsiguientes posibilidades cuando Santiago Solari (más roto que Riquelme y Dátolo) dice que “en cualquier otro país hubiésemos sido los campeones por diferencia de gol, pero es lo que hay”.

Las pobres e irónicas respuestas dadas por Julio Grondona le tiran la última pincelada crepuscular al asunto.