24.05.2011 - Convencido de dañar la imagen de Julio Grondona, Diego Maradona salió a romper… patear el tablero…
Los agitados días de Ríver tendieron a la generación de cierto tumulto mediático contra la (longeva) gestión del presidente de la AFA.
A los spots publicitarios financiados por Daniel Vila que venían retumbando en el aire de la TV local, le siguió el amplificado pedido de renuncia por parte del presidente de Ríver, Daniel Passarella.
El ex árbitro, Javier Ruiz, salió a ampliar sus denuncias de corrupción el arbitraje argentino en días de errores groseros (que incluyen la queja de Passarella). Un grupo de hinchas de Ríver se congregó en la sede de AFA a insultar y agredir el edificio.
Todo este combo, multiplicado por los medios, generó un ruido desestabilizador que despertó los instintos más bajos de Diego Maradona. Así, envalentonado, Diego se sumó al tren de Passarella (“Grondona está viejo”).
La presentación del proyecto de la esperada Copa Argentina cayó como una vuelta de página (?) que el 10 no soportó. Grondona – que responde golpe por golpe - ya había hecho lo suyo: una solicitada contra el spot publicitario, “en vez de quejarte comprá un arquero” a Passarella, y “estoy viejo pero sano” a Maradona, dejando a Guillermo Marconi para que atendiese los dichos (sin pruebas) del ex árbitro Javier Ruiz.
“Le voy a pisar la cabeza a Grondona a Julito y a sus nietos” - salió Diego – “cuando me sale a atacar yo salgo con los tapones de punta también", y entonces, a 6 años de publicar el bidón de Bilardo, decidió (inmolarse) blanquear asuntos oscuros.
Remontándose a 1994, cuando Argentina clasificó al Mundial de Estados Unidos en repechaje contra Australia dijo:
“Si se hacía el control antidoping, Argentina no llegaba al Mundial.”
"Grondona nos dijo que en ese partido no habría control antidoping."
"Al café le ponían algo y por ahí corríamos más. Eso Grondona lo sabía."
Para jugar con Australia te daban un café veloz."
“Tenés que ser muy boludo si te hacen diez controles y el partido que se juega la clasificación no hay control. Y eso lo sabía Grondona."
Grondona acusó recibo de la repercusión mundial de los dichos de Maradona y volvió a contestar en primera persona:
"Quién sabe si equivocadamente, con el temor de que pudiera pasar alguna cosa, traté de que en el último partido no hubiera el (control de) doping porque venían los jugadores que no los tengo en mi país y uno no puede saber qué toman y qué dejan de tomar… Maradona no estuvo en las eliminatorias y venía de un proceso de cumplir un problema de doping".
"Entonces se convino (con Australia). Y sabiéndose todo, porque los medios también estaban en conocimiento de que no había el problema del doping.
Porque un jugador se te resfría un día antes y no se le puede dar una inyección o tomar algo que pudiera perturbar y dar positivo. Entonces esa fue la intención, me entendieron y hubo la resolución de que tanto en Buenos Aires como en Australia no había (control de) doping".
"Eso no quiere decir que se abrió para que se doparan, que es lo que se quiere dar a entender".
"No se hizo con mala intención, sino para evitar el escándalo, si había algo… son cosas que duelen mucho, que no se ni cómo contestar para no se sienta herido. A los 80 años cómo me voy a poner hablar con un muchacho que tiene 51. Que Dios lo ayude mucho y nada más".
Así las cosas, convencido de que fue un daño a Grondona, Diego Maradona volvió a romper… patear el tablero. Convencido de liderar una revuelta recuerda que se va a trabajar a Dubai pero con la cláusula de viaje abierto a Argentina “para cuando me necesiten”. Subido al tren de Passarella (donde viaja sólo Passarella), haciéndose eco de la (interesada) campaña de Vila, faltando el respeto a todos sus ex compañeros de selección, potenciando la imagen de Argentina dopada, restándole crédito a su (temeraria) palabra y sin temor alguno de que desde AFA se ventilen los pormenores de su abrupto retiro en 1997 en nombre del Deportivo Español.
Y acá nosotros, como receptores útiles de mordidas mediáticas sobre un pedazo de carne que siempre, siempre se cocina a nuestras espaldas.
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