Tuesday, January 4, 2011

Los Funes Mori.


04.01.2011 - A poco de nacido en San Juan, el 9 de julio de 1957, Miguel Ruperto – alias Cacho - marchó con sus padres, Miguel y Blanca, a Junín, en la vecina provincia de Mendoza. Entre crianza, barrio, pelota y los partidos de Atlético Palmira que su papá lo llevaba ver, le dio al fútbol amateur en el barrio San Martín hasta que, con 22 años recién cumplidos, el profesor Olguín lo llevó a Independiente Rivadavia.

Conoció a símbolos mendocinos (Hugo Cirilo Mémoli, Dante Pralong y Manucho Abd, arquero suplente del Gato Garín). Tuvo la chance de jugar la liga mendocina pero le tocó debutar en 1981 contra el Boca de Maradona; “Entré en el segundo tiempo y estaba asustado de ver a Diego”.

Después de tres años de rendimiento regular, Cacho pasó a Atlético Argentino, donde conoció a Enrique Juan Reggi, Sebastián Cloquell y al Pichón Rodríguez. “Yo hacía goles en Argentino y en Gimnasia se destacaba el Búfalo (Juan Gilberto) Funes. Nos comparaban, pero después él ‘me mató’ y no había con qué pararlo.”

Otros tres años lo llevaron al Deportivo Guaymallén y después al Cicles Club Lavalle para terminar su frustrado camino futbolístico: “Del fútbol me llevé fundamentalmente muchos amigos. Indudablemente que son otras épocas a las que viven mis hijos. Yo no pude vivir de este deporte”.

Los disturbios argentinos de 2001 lo encontraron viajando para instalarse en Dallas, Estados Unidos, con su esposa e hijos mellizos, Rogelio Gabriel y Ramiro José. Allí, los pibes se anotaron en un reality show futbolístico llamado Sueño MLS y resultó que Rogelio Gabriel resultó ganador y pasó a formar parte de las inferiores del FC Dallas. Al tiempo, el mismo Rogelio fue a probarse al Chelsea en tiempos en que la categoría 92 de Ríver Plate estaba allí jugando un torneo.

Así fue que se le ofreció a Rogelio probarse en Ríver y, con la vista permisiva inglesa, uno de los hijos de Miguel Ruperto se convirtió en Rogelio Funes Mori, según Daniel Passarella (presidente de Ríver), una joya de proyección invaluable: “Yo lo hubiera llevado al Mundial, vale 18 millones de euros.”

Rogelio debutó en la Primera de Ríver con 18 años, el 6 de diciembre de 2009 (17º fecha del Apertura) en una derrota (3-1) contra Vélez. El crítico momento riverplatense minó de algún modo su terreno de maduración. No obstante, los diferentes entrenadores que pasaron por el banco millonario insistieron en darle confianza, rodaje (y vidriera).

Desde entonces Rogelio no deja de mostrar potencialidad, ambición, inexperiencia, alta ingenuidad de offside e importantes  yerros definitorios. Ante sus fallidos, la inédita urgencia deportiva de Ríver – en descenso – sacó de la vidriera a la “joya” que podría salvar la inédita urgencia económica para llevarla (hoy) al banco de suplentes.

Hoy, la familia de Miguel Ruperto aparece convulsionada ante la posibilidad de embolsar, vía Rogelio, unos dos millones de euros como porcentaje de un millonario pase. Las declaraciones de Passarella, más la edad del pibe, la camiseta de Ríver, la multiplicación mediática y la desmesurada ambición de los cazatalentos intermediarios generan un caldo donde se mezclan (desde hace tiempo) nombres como Milan, Juventus, Fiorentina, Napoli, Sampdora, Palermo, Génova, Real Madrid, Atlético de Madrid, Manchester United y Chelsea como para seguir inflando el botín.

A las puertas de un abierto libro de pases, los números de Passarella bajaron de 18 a 10 millones de euros en menos de seis meses y la posibilidad concreta no llegó de ninguno de los gigantes sino del Benfica portugués.

A las reyertas familiares se le suman las rapiñeras aves de representación y comisiones y cierta posición inflexible del Kaiser, aplaudida por unos, objetada por otros.

Los mismos hinchas de Ríver que pudieron lamentar las apuradas salidas de Caniggia o Crespo y aplaudir la de Cuqui Silvani, hoy no protestan por una posible venta de Rogelio Funes Mori. Y la apuesta de Passarella, subido a la imagen de “cuidador de patrimonio” aparece como sumamente arriesgada.

A la oferta de Benfica (€ 8.5 millones) Passarella exige no menos de € 10 millones acaso con las pretensiones de dejar en claro que el precio y las condiciones (ya) no los ponen los empresarios sino el club que él preside, de demostrar una neta diferenciación con gestiones anteriores que vendían a los jugadores cuando recién asomaban su nariz en la primera, o de no desarmar equipos en formación.

En esta oportunidad Passarella no cayó en ninguna de esas tentaciones. Él mismo puso el valor de Funes Mori, que para muchos (entre ellos, nosotros) es desmesurado y el tiempo juzgará. Sumando la convulsión familiar y los intermediarios, Luis Felipe Vieira (presidente del Benfica) terminó en “ya no quiero a Funes Mori”.

Podemos aplaudir la línea de Passarella en estos aspectos, aun en la urgencia económica de Ríver. Pero no dejamos de lamentar que sea en este preciso momento y con este preciso jugador que el Kaiser tome esta férrea posición. Porque, aún en previas del juicio temporal, creemos que Funes Mori no vale lo que pide.

Mientras tanto Miguel Ruperto, tendrá que seguir trabajando.
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